¿Cuántas veces has estado en un lugar, ya sea un parque, un proyecto de vivienda, un centro comercial, una casa, un edificio y te has sentido deprimido y ansioso o al contrario, feliz y emocionado?
Recuerdo cuando visité Barcelona en 2008 y entré en una iglesia llamada Santa María del Mar y lloré de la emoción: no quería irme de allí, era uno de los lugares más acogedores y emocionantes que había visitado y estar allí me hizo inmensamente feliz y no sabía por qué.
Con los avances de la neurociencia, cada vez es más fácil medir estos índices y comprender cómo las formas, los colores y las escalas pueden influir en las percepciones humanas. Hoy ya es posible utilizar máquinas de resonancia y realidad virtual para comprender cómo se comportan las ondas cerebrales en los espacios a través de la biorretroalimentación.
Por ejemplo, con unas gafas de realidad aumentada podemos mostrar el proyecto al cliente con antelación y medir su frecuencia cardíaca para entender su reacción al ver la perspectiva.