Edificios sostenibles para climas fríos

Edificios sostenibles para climas fríos

Las tecnologías de construcción vernáculas se basan en siglos de sabiduría práctica, resultado de innumerables pruebas y errores. Esto elimina todo lo irrelevante, creando sistemas altamente eficientes y simples que están intrínsecamente adaptados al clima y los recursos locales. Estos métodos muestran cómo conservar el calor con un mínimo de energía, ofreciendo información valiosa para los edificios modernos y promoviendo la eficiencia energética y la armonía ambiental. En este artículo ya hemos cubierto las técnicas tradicionales de refrigeración pasiva, como las torres eólicas persas o la mashrabiya árabe. Ahora, nos centramos en estrategias aplicables a climas fríos, explorando soluciones efectivas para la retención de calor y la calefacción de los espacios.

En climas fríos, el enfoque de construcción pasiva difiere significativamente del utilizado en regiones cálidas. En lugar de priorizar abundantes mecanismos de ventilación y refrigeración, se adoptan estrategias que favorecen la retención de energía térmica, como el uso de materiales con elevada masa térmica, la creación de efecto invernadero y la minimización de las pérdidas de calor. La inercia térmica, por ejemplo, se recomienda especialmente en lugares con grandes variaciones de temperatura, ya que materiales como la piedra o el hormigón absorben el calor durante el día y lo liberan gradualmente durante la noche, estabilizando la temperatura interna. Los invernaderos funcionan como colectores solares naturales, capturando y almacenando energía solar en espacios cerrados, que pueden usarse para calentar áreas adyacentes de forma pasiva, además de proporcionar condiciones ideales para el cultivo de plantas y confort térmico en climas severos. Las construcciones subterráneas aprovechan la estabilidad térmica del suelo para garantizar el confort tanto en verano como en invierno. Cuando se combinan con un diseño solar pasivo, estas soluciones reducen significativamente la necesidad de sistemas mecánicos de calefacción y refrigeración, promoviendo una arquitectura más sostenible y energéticamente eficiente.

Un primer ejemplo práctico son los iglús: refugios en forma de cúpula construidos tradicionalmente por los Inuit utilizando bloques de nieve compactada. A pesar de estar hechos de agua congelada, el aire atrapado en la nieve actúa como una barrera contra la pérdida de calor, lo que permite que las temperaturas interiores se mantengan muy por encima del punto de congelación incluso en ambientes exteriores extremadamente fríos. Construidos en forma de catenaria, similar a un paraboloide, los iglús optimizan la integridad estructural al distribuir la carga de nieve como fuerzas de compresión, reduciendo el riesgo de colapso. Los bloques de nieve, inicialmente cortados en formas de cuatro lados, se remodelan para mejorar el entrelazado, que recuerda a las técnicas arquitectónicas incas, y con el tiempo se comprimen y se acortan debido al deslizamiento natural de la nieve.

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